“Laika antes era una perra malcriada, no hacía caso y si se le pedía algo eran palabras perdidas. Enseñarle un truco era cosa de 6 meses, se abría un poco la puerta y se escapaba, no teníamos cómo hacerla entender que algo estaba mal porque nos pasaba por encima.
Ahora, gracias a Laura, Laika es una perra totalmente diferente. No se escapa sino que espera en la puerta a que se le de permiso para salir, en los paseos se controla, tiene su espacio de pausa y castigo.
Todo el mundo nos halaga la perra tan bien portada”.