“La experiencia de aprender a educar con amor a Max ha sido genial. Hemos sido nosotros quienes aprendimos en el proceso y entendimos cuáles eran las mejores técnicas para hacerlo.
El cambio en el comportamiento de Max es significativo. Pasó de ser una mascota rebelde, a ser obediente, sin dejar de ser él mismo y sin perder su esencia”.